"Tuya es oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria la victoria y el honor, porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo Oh Jehová, es el reino, y tu eres excelso sobre todos. Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tu dominas sobre todo, en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el dar grandeza y poder a todos." I Crónicas 29:11-12
Hablar de la soberanía de Dios hoy puede sonar a cosa del pasado para muchos, especialmente cuando vemos tanto avance de tecnología y por otro lado un fuerte despliegue de fuerza y poder. Es común observar que los gobernantes de las anciones hacen gala de su poder y el despliegue de su fuerza. Lo más característico de esta época es la fuerza y poder del dinero, las negociaciones y la desmesura.
Pero el texto bíblico nos lleva a elogiar la conducta de un líder que a pesar de tener un fuerte éxito militar, gran avance en la economía de su tiempo, nunca olvidó que todo aquello era producto de su fe y de su relación con Dios. El rey David, fue humilde para reconocer que toda la fuerza y el poder, incluido el poder económico provenían del Señor de la vida.
También David hace un reconocimiento, a que todas las cosas provienen de Dios, esto le da más fuerza a su mensaje, sobre la soberanía y a la vez se trata de un reconocimiento de que no somos nada, sino simples pasajeros en esta tierra, esto lo manifiesta en su obra , los salmos de David ( Salmo 90).
Para nuestra reflexión actual es muy valido el mensaje del rey David , en medio de una sociedad donde se hace gala de la desmesura, y donde parece que los seres humanos sentimos que nuestras vidas son eternas y no somos capaces de reconocer que todas las grandezas, todos los éxitos son bendiciones del Señor. Si fueramos capaces de reconocer, que en todo hay una intervención divina, que cada vez que tenemos logros, o podemos hacer el bien se trata de una inspiración.
Nuestra humanidad es más tendiente a hacer lo que es malo, a discriminar y a romper lo creado. Cuando podemos construir puentes de amistad, cuando podemos extender la mano y ser motivo de bendición, es producto del accionar de Dios. Debemos ser más humildes y reconocer nuestra realidad, que solo vivimos, actuamos y nos movemos gracias a ese soplo de vida que nos permite estar vigentes.
Ante las situaciones de pobreza del alma que caracterizan a nuestra sociedad, sería bueno dirigir nuestras miradas a las páginas de la Biblia llenas de mensajes de ánimo y esperanza, para construir un mundo más humano y más fraterno.
Hablar de la soberanía de Dios hoy puede sonar a cosa del pasado para muchos, especialmente cuando vemos tanto avance de tecnología y por otro lado un fuerte despliegue de fuerza y poder. Es común observar que los gobernantes de las anciones hacen gala de su poder y el despliegue de su fuerza. Lo más característico de esta época es la fuerza y poder del dinero, las negociaciones y la desmesura.
Pero el texto bíblico nos lleva a elogiar la conducta de un líder que a pesar de tener un fuerte éxito militar, gran avance en la economía de su tiempo, nunca olvidó que todo aquello era producto de su fe y de su relación con Dios. El rey David, fue humilde para reconocer que toda la fuerza y el poder, incluido el poder económico provenían del Señor de la vida.
También David hace un reconocimiento, a que todas las cosas provienen de Dios, esto le da más fuerza a su mensaje, sobre la soberanía y a la vez se trata de un reconocimiento de que no somos nada, sino simples pasajeros en esta tierra, esto lo manifiesta en su obra , los salmos de David ( Salmo 90).
Para nuestra reflexión actual es muy valido el mensaje del rey David , en medio de una sociedad donde se hace gala de la desmesura, y donde parece que los seres humanos sentimos que nuestras vidas son eternas y no somos capaces de reconocer que todas las grandezas, todos los éxitos son bendiciones del Señor. Si fueramos capaces de reconocer, que en todo hay una intervención divina, que cada vez que tenemos logros, o podemos hacer el bien se trata de una inspiración.
Nuestra humanidad es más tendiente a hacer lo que es malo, a discriminar y a romper lo creado. Cuando podemos construir puentes de amistad, cuando podemos extender la mano y ser motivo de bendición, es producto del accionar de Dios. Debemos ser más humildes y reconocer nuestra realidad, que solo vivimos, actuamos y nos movemos gracias a ese soplo de vida que nos permite estar vigentes.
Ante las situaciones de pobreza del alma que caracterizan a nuestra sociedad, sería bueno dirigir nuestras miradas a las páginas de la Biblia llenas de mensajes de ánimo y esperanza, para construir un mundo más humano y más fraterno.